por Ignacio Ortiz
Hay una entrevista al realizador portugués Miguel Gomes, uno de los directores más importantes del siglo XXI, en la que intentan sacarle alguna información sobre la película Tabu (2012) y el retrato que hace de la sociedad colonial portuguesa. Miguel Gomes suele responder de manera esquemática diciendo, más o menos “Lo que sucede es que yo no soy una persona muy inteligente, al contrario de usted». Ambiguo y casi tan vanidoso como el “Disculpe mi ignorancia” de Borges.
Sin embargo, en esta ocasión, el director se quedó paralizado, con un cigarrillo sin prender en la boca y reflexionando, pero ¿Sobre qué reflexionaba? ¿Qué estaba pensando su mente, aparentemente, poco intelectual? ¿Sobre qué puede reflexionar su cabeza prodigiosa para hacer cine por instinto y sin nada que decir? ¿Estará recordando su pasado como ese crítico cinematográfico de duras críticas? Ese que, luego de salir de la escuela de cine, quiso ser realizador pero tuvo que comenzar su carrera como un periodista cultural, igual que Godard. Trabajo que
utilizó para definir a su propia ópera prima, La cara que mereces (2004), como una mala película.
La cara que mereces es una historia que revisita Blancanieves y los siete enanitos, la revisa y hace una película entre lo infantil, lo macabro, lo adulto y lo dulce. Rompe la forma clásica del cine y se vuelve símbolo de la posmodernidad con su artificiosidad y su relato bipartito. “Pero es una mala película”, recordó Miguel Gomes cineasta que sentenció el Miguel Gomes crítico.
¿Es el Miguel Gomes crítico cinematográfico o es el Miguel Gomes director por “instinto” el que hizo Aquel Querido mes de Agosto? Una película sobre un aburguesado director de cine, interpretado por el propio Miguel Gomes, que abandona su forma de vida para internarse en un pueblo donde hace documentales y ficciones que intentan, inútilmente, atrapar la realidad.

En paralelo a la carrera de Gomes como crítico, Pedro Costa se consolidó como el cineasta más importante de Portugal. Este, luego de dos películas, se mudó a un barrio de Portugal donde vivían inmigrantes caboverdianos. Allí Costa realizó, y sigue realizando, un conjunto de películas que mezclan la poesía y la antropología audiovisual. En la escena final de Aquel querido mes de agosto (2008), Gomes expone su posición sobre los actos de capturar la realidad, ridiculizando al director que aparece dentro de la película. ¿Es acaso esto una crítica audiovisual de las prácticas cinematográficas de Pedro Costa?
¿Es el mismo Miguel Gomes el que señaló que Tabu, obra maestra del 2012, carece de intelecto? Otra película bipartita que comienza como un drama social, género exclusivo para las películas sociales más pretenciosa del planeta, para luego convertirse en un falso remake de la película Tabu (1931) de Murnau, pero reubicada en Cabo Verde (como los inmigrantes de Pedro Costa), emulando un filme de aventura como las que se hacían a principios del siglo XX: muda, filmada en 16mm, con técnicas de iluminación de los años veinte pero, más importante, mostrando cómo los
dueños de los medios de producción cinematográfica entendían a los nativos africanos y su cultura. Apela a la memoria del cine y expone de forma crítica a la sociedad decadente que el cine, y su sistema de producción, intentó crear.
En teoría, ese Miguel Gomes autor, no el crítico de cine, no el de la entrevista, el que hace películas sin pensar mucho en lo que hace ¿es el mismo que estrenó sigilosamente un corto ensayo sobre la redención? En Redención (2013), utiliza material de archivo de videos y películas y escribe biografías ficticias de personajes políticos de Francia, Portugal, Alemania e Italia para plantear una pregunta ¿Pueden los países europeos redimirse de la historia del siglo XIX y XX?
Ese Miguel Gomes, el otro, el mismo, también dirigió una trilogía de ficciones que hizo pasar como documental, donde critica la forma de hacer cine de ficción a partir de su artificiosidad y al documental por su pretencioso objetivo de entender la realidad. Critica a las políticas portuguesas mezclando en los encuadres la ambientación de películas históricas ubicadas en el Medioevo y en el mundo contemporáneo; critica a los directores de cine al querer hacer panfletos políticos o al querer separarse de su rol de comunicadores; y critica las maneras de hacer cine y de distribuirlo. Y, justo cuando Miguel Gomes entrevistado termina de pensar, prende su cigarrillo de forma parsimoniosa y dice “Perdón, sucede que yo no soy una persona muy inteligente”.
Retrato de Miguel Gomes (portada) a cargo de Nuria Lares