por Candelaria Carreño
Dos cortometrajes de la misma época, recuperados en lugares remotos, ambos difícilmente clasificables, particulares por los relatos que presentan. San Perón (1973, Héctor Aure y Walter Operto) y Comunicado desde Argentina (Communiqué From Argentina, 1977, Lucha Film Collective) comparten su condición de material recuperado, películas perdidas y rescatadas por la afición coleccionista o por investigadores con el respaldo institucional necesario para dedicarse a la tarea1. Ambos cortometrajes fueron realizados en un cronotopos temporal compartido, con pocos años de diferencia entre sí. Por último, los hermana el tono de voz que escuchamos en cada uno ya que son dos mujeres quienes guían el relato, sujetos políticos de un enclave temporal bisagra para la historia Argentina, los breves, intensos y violentos años que van de 1973 a 1976. En esa particularidad, que los hace notoriamente diferentes a la filmografía militante del período, también habita una extrañeza, porque son materiales realizados desde adentro o desde afuera. San Perón –como se supo gracias a la investigación y posterior vuelco documental en La vuelta de San Perón, de Carlos Muller– fue filmado por Héctor Aure y Walter Operto, como parte de un compendio de cortometrajes pensados para la televisión durante la primavera camporista, material institucional que no tuvo luz proyectiva de ningún tipo luego de la renuncia de Cámpora. Comunicado desde Argentina fue realizado por Lucha Film Collective, colectivo conformado por Frederick Kuretski, Nancy Hollander, Marjorie Bray, Donald Bray y William Bollinger, un grupo de académicos estadounidenses dedicados a los estudios latinoamericanos que realizaban este tipo de filmaciones de corte militante para utilizar en sus clases. Desde adentro: un enclave nacional pero sobre todo institucional donde la cámara vuelve sobre una protagonista femenina, Norma Teresa Cuevas de Aresta, madre de 17 hijos, peronista; la propuesta no se inicia desde la clandestinidad, ni con la proclama a la acción característica del agit prop, sino que es parte del material realizado por jóvenes militantes peronistas que pensaron dicho cortometraje para exhibirse en televisión abierta. Desde afuera: es la mirada extranjera la que coloca a Lili Masaferro, fundadora de la línea femenina de Montoneros, a narrar como testigo de época. Todas estas coincidencias hacen de ambos cortometrajes dos piezas particulares, especialmente porque son voces femeninas las que, con sus diferencias de clase, se autonarran desde una posición política tomada, peronista. Estos hallazgos, luciérnagas que orbitan alrededor de los monumentos fílmicos del Nuevo Cine Latinoamericano –La Hora de los Hornos, Dios y Diablo en la tierra del sol, La Batalla de Chile, por nombrar una tríada que P. Antonio Paranaguá entrona como tal–, permiten pensar nuevas maneras de acercarse a la cinematografía en cuestión.
Un plano general inicia el corto, ubicándonos de manera contextual en el espacio, un descampado filma una casa precaria, la cámara hará un zoom in. La escena cambiará hacia el rostro de una mujer, que mira de frente, enmarcada por la cuadrícula de una pared con ventanas abisagradas. Norma Teresa Cuevas de Aresta se presenta: tiene 37 años, es madre de 17 hijos, y dice sentir alegría. Nombrará a los hijos e hijas que se congregan para comer alrededor de la mesa. Mientras los presenta, va dejando caer breves gestos sobre ellos –un comentario que destaca la personalidad de cada uno, una caricia mientras dice sus nombres– y relata que los más grandes se dedican a cirujear. Esa es su mesa, donde pone un plato de comida para todos, sin pedirle nada a nadie, como se ocupa de recalcar dejando entrever su orgullo. En el relato, la figura de Norma va cobrando una dimensión política expresa, allí donde la conciencia de clase no permite el pisoteo de los más ricos, allí donde se deposita la esperanza con la llegada de Cámpora al poder. El recuerdo de Eva Perón es una bisagra en su memoria emotiva, y espeja su accionar político en el acceso al voto, cuando Norma cuenta, mientras le da la mamadera a la más pequeña de sus hijas, que fue a la escuela a votar por Cámpora, porque cree que con la vuelta de Perón, el futuro para su familia será mejor. Como una imagen velada, leemos la escena entre los retazos de una intención proselitista del relato –quizás donde más se note una puesta en escena direccionada–, y la construcción y afirmación de una subjetividad femenina arraigada en su identidad católica y peronista.
Si San Perón es un cortometraje que podría asociarse a la estética de la Escuela Documental de Santa Fe, por la manera en que se detiene y observa la realidad, mezcla entre la toma directa y la propositiva intención de evidenciar un mensaje político, Comunicado desde Argentina tiene un entramado formal lindero al Tercer Cine. El uso del archivo, la imagen estática, los intertítulos proclamadores, son un ejemplo. Allí, una voz femenina cuenta, siguiendo la formalidad de la epístola, su vida como militante política. Los recursos para recrear la lectura de la carta que Massaferro envía a Nancy Hollander estarán dados por el material de archivo, y una voz rectora que cuenta su experiencia de vida. Massaferro, en la clandestinidad y exilio en ese momento, había conocido a Hollander en un viaje que la académica norteamericana realizó a Argentina unos años antes, y se encargó de reunir las imágenes de archivo que hacen parte del cortometraje. Lo que veremos en cámara serán planos de una mujer de espaldas, en una habitación, frente a una máquina de escribir, entreveradas con imágenes de archivo de la época, que profundizan lo que la voz femenina relata. Esto no hace más que brindar tintes ficcionales, o más bien una reconstrucción estética ficticia. Como el bricoleur que actúa con lo que tiene a mano para conformar su collage y configurar planos de sentido a su realidad, la rigurosidad documental de la puesta en escena se bifurca para darle cohesión y urgencia al relato. Massaferro partirá, también, de la figura de Eva Perón, esta vez inscripta dentro de una genealogía militante.
En San Perón, Norma recupera desde el recuerdo personal a la figura de Eva, apelando a una subjetividad emotiva desde su propio lugar de origen. Massaferro la recoge como una figura militante ineludible y el academicismo de Lucha Film plantea una mirada crítica e intelectual, a partir de lo que soslaya la narradora en su relato. A su vez, las diferencias de clase entre una y otra voz, dan cuenta de esta diferencia. San Perón, por su corte institucional, no profundiza en las posibles contradicciones del accionar peronista, algo que el cortometraje norteamericano, por su carácter académico, realiza. Massaferro puntualiza en su relato del accionar social de Eva, marcando que lo que algunos llaman populismo, podrían considerarse parte de las limitaciones del gobierno. En un tono irónico, Comunicado desde Argentina elige mostrar material de archivo en donde se ve la mano de Eva entregando billetes a niños pobres, acompañado de un subtítulo que señala populismo, parte de las explicaciones conceptuales breves que el film elige para acompañar las imágenes de archivo. Esta contradicción, una especie de marca autoral de quienes pensaron esas imágenes que acompañan el relato, vislumbra diálogos y tensiones entre una militante política argentina en el exilio y teóricos norteamericanos acercándose al movimiento político peronista. Tanto en San Perón como en Comunicado desde Argentina, la figura de Eva aparece como una referente en la vida política de ambas mujeres, aperturando una mirada desde la propia subjetividad, marcando un sendero novedoso para pensar la representación de las figuras femeninas y sus genealogías en el cine militante del periodo. Comunicado desde Argentina, además, recupera la memoria de la Masacre de Trelew, trayendo la figura de María Antonia Berger. Será su rostro, y el de tantas mujeres que aparecen en el material de archivo –formación de unidades básicas en diferentes secciones, trabajo social en barrios vulnerables, acompañamiento de huelgas de trabajadoras que tomaban la iniciativa para hacerlo– lo que otorga, en términos de representatividad, una materia prima archivística de identificación infrecuente en las imágenes del cine militante de aquellos años.
Como una veta intrínseca a la identidad que guía los relatos, la maternidad será fundamental en la vida de ambas protagonistas; relegadas –como todas– a la responsabilidad de las tareas de cuidado, la afronta de esa responsabilidad será una ráfaga que marca la piel en la conformación de la conciencia política, en donde sus hijos tendrán un papel fundamental. En el caso de Norma, estarán presentes la mayor parte del tiempo en escena, ya que es desde los inicios del cortometraje que la protagonista identifica su propia subjetividad asociada al rol materno, al afirmar su nombre, edad y narrar que es madre de 17 hijos. En su concientización ideológica, Norma vota pensando en sus hijos, creyendo en que mediante el voto y la llegada de Cámpora, con Perón nuevamente en el poder, el destino marginal de su familia cambiará para mejor. En el caso de Massaferro, su relato en Comunicado desde Argentina afirma que su vida como militante política toma un giro luego de que uno de sus hijos sea asesinado a manos de la polícia en 1969, post Cordobazo, en un enfrentamiento donde también matan a Diego Frondizi, ambos militantes del peronismo revolucionario. Después de este hecho, decide militar activamente en las filas armadas del peronismo, y funda la agrupación Eva Perón, rama femenina de Montoneros, dejando atrás sus contactos y movimientos asociados al mundo del cine y las relaciones públicas2. Relatos militantes asociados con la condición de ser madres –o padres– no son característicos del periodo; abordar estas historias a través de perspectivas femeninas, en cortometrajes que disponen como voces principales a mujeres narrando su fervor político, hacen repensar en silencios y omisiones de las luchas de las mujeres, como también en las discursividades que se han legitimado en torno a las narrativas militantes de los sesenta y setenta. Dos films perdidos, rescatados, diferentes pero epocales y enunciativos en su sensibilidad militante, vienen a echar algo de luz a la cuestión.
Revisitados en la distancia temporal, ambos materiales resuenan entre sí como reflejos de un espejo distorsionado, si se piensan desde una perspectiva histórica. La esperanza de Norma por la llegada del peronismo luego de 18 años de proscripción, se contrarresta con la ebullición de la efervescencia militante narrada por Massaferro, profundizada luego de 1973 con los albores del aparato represivo de la Triple A, acrecentada por la tensión con la derecha peronista y el peronismo militante revolucionario, diezmada una generación a partir de la dictadura genocida. Produce escozor el rostro de Berger cuando se la recupera como figura de la resistencia en tanto sobreviviente de la Masacre de Trelew, sabiendo que en 1979 fue secuestrada y desaparecida. El escozor se profundiza hacia el final del cortometraje, cuando en los intertítulos finales del comunicado visualizados en un cartel de letras movedizas en escenas nocturnas, se narra el inicio de la dictadura, y el llamado implacable a la resistencia, sumado a las palabras finales de Lidia, que proclama el Venceremos –acompañado por la iconografía militante: la reivindicación de la Evita Montonera, el himno montonero popularizado por aquellos años por Huerque Mapu, entre otros–. También se pueden pensar las relaciones estructurales a partir de una perspectiva interseccional entre los dos materiales audiovisuales. Las miradas a contrapelo sobre aquellos años resultan incómodas, pero también necesarias para poder revisitar el período, ejercitando un trabajo de la memoria. La reivindicación de la lucha, incluso con los debates hacia el interior de las organizaciones sobre la eficacia de la vía armada en nombre de un pueblo se lee, con el diario del lunes, como una relación que tenía su potencia discursiva, pero que deja entrever una cerrazón hacia el sector poblacional como objetivo principal a reivindicar. No se trata de negar el clamor de una resistencia comprometida, algo que el cortometraje de Lucha Film Collective deja más que claro, pero sí de señalar las particularidades y tensiones entre una voz profundamente arraigada en las entrañas del pueblo, y otra que adquiere su impronta en el compromiso dentro de las filas de la resistencia militante. Los cortometrajes analizados permiten pensar silencios, omisiones y perspectivas a contrapelo de las narrativas del cine militante del período. Pero también, las diferencias discursivas entre una y otra voz protagonista de cada relato. No se trata en este caso de líneas expresas de intención crítica dentro de cada material. Sin embargo, son detectables, a partir de la mirada comparatista en conjunto entre ambos. Films como El realismo socialista (Raúl Ruiz – Valeria Sarmiento, 2023) y Tierra en trance (Glauber Rocha, 1967) fueron capaces, con la admirable luminosidad de una lucidez ácida, de descarnar en la misma época dichas cuestiones. San Perón y Comunicado desde Argentina permiten pensar líneas discursivas diferentes a partir de sus relatos enfocados en subjetividades femeninas. Cortometrajes luciérnagas que titilan alrededor de los relatos canonizados, y que también permiten, con la justa mención de impulsar un análisis histórico posterior, repensar nuevas órbitas alrededor de las líneas cinematográficas críticas que puedan alumbrar el revisitamiento del período, arrojando nuevas líneas de pensamiento en nuestro presente.
- El cortometraje San Perón puede verse en youtube, a partir del recorte extraído del programa Filmoteca, junto al copete característico de la emisión televisiva de Fernando Peña, acompañado en este caso por Carlos Muller, responsable del rescate del material fílmico. Comunicado desde Argentina fue proyectado en Buenos Aires en enero de 2025, en la primera edición del MADO (Festival de Cine Recuperado), recuperado por la Filmoteca Vasca en el marco de los estudios de la Elias Querejeta Zine Eskola, digitalizada por Matías Fajn y Kauri Ximón Jauregi Arias. ↩︎
- Lidia Massaferro actuó en películas de Leopoldo Torre Nilson, Mario Soffici, entre otros. ↩︎