DRAGONA FORMA DE SEGUIR VIVIENDO. SOBRE «EL POLVO», DE NICOLÁS TORCHINSKY

por Mercedes Orden

Todo surge de un plan trunco: un sobrino y su tía se proponen hacer una película, pero tras el fallecimiento de ella, en 2016, la idea se detiene. El polvo retrata el período posterior: años de registro sin saber su finalidad son resignificados en este film que se erige como una invocación a July Regina Romero, una carta de amor y homenaje a una artista del under porteño y activista trans. Junto a su padre y su madre, el director comienza el desarme del pequeño departamento de su tía colmado de objetos huérfanos. En el medio de la clasificación  surgen las anécdotas, las preguntas por las historias que portan los objetos y las decisiones respecto a lo que se conserva, desecha o regala. Mientras los rincones comienzan a liberarse, familiares y amigxs –parentesco en un sentido extendido1– acuden para otorgar al espacio distintas formas de habitarlo, afrontar la pérdida y comenzar esta obra de manera conjunta. 

En su libro A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan2, Vinciane Despret pone en cuestión la forma tradicional de comprender el trabajo de duelo y se pregunta acerca de las formas activas de quienes quedan para cuidar a quien fallece, para hacerle de un lugar:

Si no los cuidamos, los muertos mueren totalmente. Pero el hecho de que seamos responsables de la manera en que van a perseverar en la existencia de ninguna forma significa que su existencia esté totalmente determinada por nosotros. La tarea de asignarles un ‘plus’ de existencia nos corresponde. Este ‘plus’ se entiende, ciertamente, en el sentido de un suplemento biográfico, de una prolongación de presencia, pero sobre todo en el sentido de otra existencia.

Los rostros fuera de foco, las voces, manos y espaldas son las partes que conforman una totalidad sensible que habilita la emergencia del recuerdo. Una memoria se establece entre los cuerpos y el espacio que recorren, pueblan, retratan y vacían. Esta corporalidad grupal deviene en un medio disponible para que July encuentre ese “plus” de existencia, donde la artista se ubica en el centro, cobrando una segunda vida con un protagonismo de dragona cuya presencia, como afirman quienes la conocieron, nunca pasó desapercibida. “No basta con ver de cerca el cuerpo del otro, hay que asumir el gesto de acercarse”, afirma Georges Didi-Huberman en Pueblos expuestos, pueblos figurantes3 y es en el acercamiento que las corporalidades de El polvo olvidan lo individual y adquieren su unidad para llevar a cabo un acto más cercano a la invocación que al duelo. A diferencia del resto, el rostro de July sí será puesto en foco. Sus fotografías son vistas y vueltas a ver en diferentes momentos. Pero no es su rostro el único que se observa en detalle, también el de todos los ángeles –seres espirituales, sin género asignado– que se aferran a las paredes y una reproducción de Baco adolescente de Caravaggio que mantiene en sus gestos la armonía entre la parte masculina y femenina. Ese Baco jovial que propone una invitación para pensar el goce –una copa de vino en la mano y parte de su torso musculoso al desnudo– refiere también al paso del tiempo y la caducidad: mientras posa, con sonrisa seductora, la fruta comienza su proceso de putrefacción.

Las manos recorren los espacios, las paredes, tocan los cabellos, sostienen los objetos. Las manos descartan los imanes, separan los medicamentos, envuelven lo frágil, descubren un archivo, desdoblan el deseo último que se hospeda en un papelito doblado, rebobinan un cassette, sostienen fotografías de viejos amores, limpian el polvo, establecen rituales de purificación, desplazan los muebles, levantan el revoque, vacían el placard, dejan al descubierto las cataratas escondidas, guardan en bolsas, en cajas, arrojan al cesto de basura, rompen un espejo, pasan las páginas de un cuaderno donde las mismas palabras se repiten. Las manos también sostienen la tarjeta del día del entierro, donde los nombres July y Julio conviven mientras las voces recuerdan el momento en que el cura del cementerio se negó a aceptar el pronombre de mujer a la hora de dar el responso. El trabajo de montaje posibilita que todas esas manos se encuentren en un mismo tiempo narrativo con las de July sosteniendo el cuchillo de roast beef en un archivo filmado por Nicolás 20 años atrás: allí ella interpreta a la cantante de ópera Regina Morti “la Reina de los muertos” en Una visita inoportuna, adaptación de la obra de Copi. Pausada la filmación, un maniquí viste sus brillos y sus plumas, reforzando la tensión de ausencia-presencia. Alrededor, sus compañeros vuelven a pasar las líneas de la obra.

Entre lo perdido y lo perdurable se establecen nuevas cartografías de la memoria. Pero no es solo la memoria individual, sino que en la mención de un exilio a causa de un simulacro de fusilamiento, los intentos en el amor, su militancia en ATTTA y el VIH, se abordan problemáticas que son también historias de toda una generación y una comunidad. A la vez, la memoria se vuelve universal para todxs lxs que hayamos perdido a un ser querido y tenido que afrontar el desarme de su casa, las preguntas sobre los objetos, su destino. Nicolás ubica la atención en lo sutil, lo dicho y el detalle, en el momento de pausa, en la acción invisible, en el viento que mueve las cortinas y la gota que cae a lo largo de la ventana. La temporalidad es pensada en su multiplicidad para otorgarle entidad a lo que queda: el polvo y las lentejuelas, el brillo, las perlas y el ruido. En la cocina, los objetos están quietos, pero la canilla que gotea y los sonidos de una obra en construcción confirman que el tiempo avanza.

Distintas materias expresivas son recogidas junto a objetos, recuerdos, sueños, deseos y anécdotas que se destinan minuciosamente a diferentes bolsas, atados, recipientes al mejor estilo Le Guin4: una carta de amor, una canción de Maria Bethânia, voces guardadas en el contestador, una cigarrera, llamadas a un amigo de la artista que evade el encuentro, una poesía de Urdapilleta, pelucas recién peinadas, tarjetas de muchachitos, mensajes de una hija que confiesa la dificultad para despedirse de su madre putativa, retrovirales vencidos, el recuerdo de la risa-cascada, un show de la infancia en medio de la sala de cine. Una nueva oportunidad surge a partir del trabajo de creación fílmica, para que el reconocimiento finalmente llegue, para que la protagonista siga haciendo obra, para que la amen. Como los cuerpos y los objetos, también los tiempos se implican y conviven, refieren a un porvenir donde July adquiere una nueva piel: la cinematográfica. Ya no es solo la amiga, familiar, compañera, amante, militante, madre, artista, ahora es también protagonista en cada pantalla donde se la invoca y en cada dispositivo donde su rostro se reproduce. Como en el teatro, donde todo acaba para volver a empezar, El polvo se levanta como una posibilidad para que July renazca –dragona forma de seguir viviendo–.

  1. En Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno (2019), Donna J. Haraway redefine el concepto de parentesco que va más allá de lo biológico e incluye a otras especies y al medio ambiente. La autora refiere al término “Simpoeisis” que significa ‘generar-con’ para configurar mundos de manera conjunta y reponsable: “Pariente [kin] es una categoría salvaje cuya domesticación es intentada por personas de todo tipo. Generar parientes en parentescos raros más que, o al menos sumándole, el parentesco divino y la familia biogenética y genealógica, problematiza asuntos importantes, como ante quién se es responsable en realidad” (p.21). ↩︎
  2. Despret, V. A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan -1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Cactus, 2021. ↩︎
  3.  Didi-Huberman, G. Pueblos expuestos, pueblos figurantes – 1a ed.- 1a reimp.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Manantial, 2018. ↩︎
  4.  En La teoría de la bolsa de ficción, Ursula K. Le Guin propone una técnica de escritura de ciencia ficción que se basa en la forma de una bolsa contenedora, en contraposición con la forma narrativa clásica de la lanza: “mi bolsa llena de personas lloronas y torpes, y pequeños granos de cosas más pequeñas que una semilla de mostaza, y redes intrincadamente tejidas que cuando se desatan laboriosamente se ve que contienen un guijarro azul, un cronómetro que funcionando imperturbable cuenta el tiempo de otro mundo, y el cráneo de un ratón” (p.39). ↩︎

FICHA TÉCNICA

ELENCO
July Regina Romero, María Luisa Varela, Santiago Torchinsky, Nicolás Torchinsky, Daniel Busato, Juan Rutkus, Víctor Anakarato, Mosquito Sancineto, Ana María Yasinski, Alejandro Yasinski, Julián Cabrera.

EQUIPO TÉCNICO
Dirección de fotografía: Baltasar Torcasso
Montaje: Lorena Moriconi (EDA)
Diseño de sonido: Guido Deniro (ASA)
Música original: Pablo Butelman
Dirección de arte: Ángeles García Frinchaboy
Color: Juan Martín Hsu
Diseño gráfico: Martín Lehmann
Producción Ejecutiva: Daniela Martínez Nannini
Producción y realización: Nicolás Torchinsky
Casas productoras: Cabeza Negra Cine, Mil Grullas Cine, Zebra Films

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