VAMOS JUNTOS, COMPAÑERO: «TARARÁ. LA HISTORIA DE CHERNOBIL EN CUBA» (2021), DE ERNESTO FONTÁN

por Mercedes Orden

(…) que si la república no abre los brazos a todos y no adelanta con todos, muere la república.
José Martí, «Nuestra América», en Revista Ilustrada de Nueva York, 1 de enero de 1891

Cuando se habla de Cuba, la solidaridad es un concepto que pronto emerge para muchos/as de nosotros/as en la cadena de significantes. Solidaridad que se ha hecho presente en los discursos de sus grandes pensadores y llevado a la práctica por sus gobernantes y el esfuerzo del pueblo. En tanto parte fundamental de la revolución, este término encontró un modo de crear y a su vez de resistir, excediendo los límites nacionales para extender su ayuda a quien la necesite.

En Tarará. La historia de Chernobil en Cuba», Ernesto Fontán retoma este concepto para pensar en la relación con otro territorio y momento particular. Intercalando el material de archivo con testimonios, el documental se remonta al accidente ucraniano ocurrido en 1986. Los testigos evocan aquella época en donde los noticieros ucranianos intentaron evadir el tema de la explosión en la central nuclear por varios días hasta que resultó imposible. La escasa información que procuraba fallidamente construir una sensación de normalidad en una sociedad convulsionada contrastaba con la aparición de enfermedades graves como la leucemia infantil y donde la respuesta de los mandatarios, más preocupados por el panorama geopolítico -camino a la disolución de la Unión Soviética- que por el bienestar de la población, fue aceptar la muerte sin intentar buscar soluciones.

El director viaja hasta Cuba para ir tras los pasos de esta historia. La belleza de las playas, las calles coloridas, las consignas en los muros y sus héroes convertidos en monumentos son observados para hablar acerca de una belleza interior: la de su gente, sus profesionales y sus trabajadores que con esfuerzo cooperaron en la construcción de una sociedad más justa. Tarará, ubicada a veintisiete kilómetros de La Habana, con una extensión de once kilómetros es presentada en tanto territorio que creció en su resignificación. Un lugar que comenzó alojando una clase pequeña y mediana burguesa cuyas casas quedaron deshabitadas tras la revolución y encontró su tradición de lucha antes de convertirse, en 1976 en la ciudad perfecta para establecer el Campamento de Pioneros José Martí, con una impronta alfabetizadora, donde jóvenes repartían su tiempo entre el estudio y las actividades de playa. Fueron esas tierras las que a partir de 1990 abrieron sus brazos para recibir a los primeros jóvenes pasajeros, de origen ucraniano, ruso y bielorruso que se instalaron allí con o sin sus familias para recibir el compromiso y la ayuda cubana a la hora de hacer frente a las enfermedades causadas por la radiación.

Víctimas de Chernobil ahora revisan, desde la distancia, aquellos días. Junto a ellxs, las voces de especialistas, residentes -como Aleida Guevara, Roberto Fernández Retamar, Ignacio Ramonet, Atilio Borón, Ramón Labañino, Gerardo Hernández y María Santucho– acompañadas por las imágenes de archivo, hablan acerca del amor y la humanidad de un pueblo, del modo en que el país se propuso ayudar a más de 26.000 niños y niñas que durante veinte años arribaron a la isla con el deseo de luchar contra sus diagnósticos. Entre saludos de bienvenida a la Patria Socialista y recibimientos con flores, frutas y chocolates, las filmaciones de aquellos días muestran los rostros de emoción e incertidumbre de los recién llegados.

En un difícil contexto nacional frente a la disolución de la Unión Soviética y el férreo bloqueo que recayó en su economía, se atestigua el modo en que Cuba comprendió su fortaleza en un intento de asumir las adversidades no solo de sus habitantes si no frente a la urgencia de ayudar a los más necesitados con un programa integral de salud que supo comprender, también, la importancia de la cultura y alfabetización para el bienestar de los jóvenes. En su ópera prima documental, Ernesto Fontán se acerca al relato de quienes vieron sus vidas salvadas gracias a una acción de gobierno comandada por Fidel Castro. Asimismo, encuentra en los recuerdos de distintas figuras un modo de hablar acerca de la generosidad del país y la forma en que aprendieron a pensarse de manera colectiva.

Escribe Atilio Borón en un artículo del 24 de julio de este año: «Cuba es víctima de su propio éxito (…) Dije éxito, intencionalmente, porque de qué otro modo podríamos calificar el desempeño de un pequeño país que pese a ser víctima del bloqueo más prolongado e integral de la historia de la humanidad se las ha ingeniado, gracias a su revolución, en producir indicadores sociales admirables».  Esos indicadores son en Tarará puestos en imágenes para dejar testimonio de una historia poco contada, acerca de médicos, personal de salud, traductores, y también, gobernantes que comprendieron el sentido de la dignidad y que nadie se salva solo, tratando de transmitir esa idea llevada a la práctica de todas las formas que tuvieron a su alcance.

Argentina (2021)
Dirección y Guion: Ernesto Fontan. Producción: Ernesto Fontan, Juan Pablo Di Bitonto
Idea Original y Entrevistas: Paola Renata Gallo Peláez. Sonido de directo: Marcos Coria
Producción ejecutiva: Tatiana Nemecek. Director de producción: Gabriel Badaraco
Dirección de fotografía y cámara: Bruno Scarponi. Foto fija: Catalina Gallo Peláez
Música: Roly Berrio y Mariano Otero. Producida por: Espacio de la Fraternidad Argentino Cubana en co-producción con Carbono Films. Duración: 70 min.

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