EN EL AIRE: «ANNE A 13.000 PIES» (2019), DE KAZIK RADWANSKI #FESTIFREAK

por Mercedes Orden

Hoy no pondré mi mirada al frente ni adelante,
quiero a mis ojos y a mis pies colgados; en el aire.

Gabo Ferro

Un salto se transforma en el antes y después en la vida de Anne (Deragh Campbell). Un salto, claro, a 13.000 pies (alrededor de 4000 metros). Eso que parece una aventura divertida en medio de la despedida de soltera de su amiga Sarah, se convierte en algo atractivo para la protagonista que pretende repetir en tanto logra hacer de ese momento de paracaidismo un modo de poner en suspenso su presente. Personaje que, como veremos, no transita su vida de una forma estable si no de a pequeños y grandes saltos.

La nueva película de Kazik Radwanski (Tower, How Heavy This Hammer) se interroga acerca del presente de esta mujer acercándose a su intimidad, sus dudas y las formas de vinculación que establece. La observa en su nueva casa en Toronto, en las citas frustradas de Tinder, las copas de vino, el trabajo en una guardería, donde empatiza fácilmente con los más chicos, pero no así con las maestras que, aunque intentan mantener la paciencia, no comparten su accionar, especialmente, respecto al sentido de la responsabilidad.

Si bien la psicología del personaje motoriza el relato, en Anne a 13,000 pies el trastorno mental se exhibe pero no se nombra. Ella juega con los límites, quiere poner sus manos en el fuego, tirarse de un vehículo, exponer a su nuevo novio (Matt Johnson) en un encuentro familiar y llevar a sus compañeras de trabajo a situaciones incómodas sin tomar consciencia de las consecuencias de cada uno de sus actos. Lo hace con inocencia y sin maldad, piensa en términos de bromas, con sinceridad, pero esos hechos no resultan del todo comprensibles para la gente que la quiere y se preocupa por ella.

La opción por la cámara en mano y el uso de primer plano cooperan en la construcción de un clima de confusión en medio del cual la película avanza, al igual que su protagonista. Incluso cuando duerme, la cámara la observa de manera inquieta y desprolija como si no hubiese posibilidad de establecer un punto de paz. La cercanía que exhibe encierra a ese personaje de forma opresiva, la ubica en un centro del que no puede escapar. No hay un punto estable ni un lugar fijo desde donde reflexionar sino que todo es íntimo y en movimiento en el presente de Anne, encierro e incomodidad.

Como lo haría John Cassavetes con Gena Rowlands, Kazik Radwanski opta por observar las crisis de su personaje sin establecer distancia. A lo largo de setenta y cinco minutos de duración, el director se propone no caer en los lugares comunes de las patologías sino atender a Anne y la relación que establece con su alrededor. Deragh Campbell logra lucirse en el papel de una mujer que pasa de un estado a otro de forma abrupta, que tiende a la autodestrucción ante los ojos perplejos de su familia y amigos. Una actitud de la que intentan salvarla, pero donde ella se encuentra entrampada y pretende salir por sus propios medios, controlar la situación, en su intento de afrontar la vida adulta. Pero tal deseo parece imposible, excepto en el momento en que todo queda suspendido en el aire y ella cree ser dueña de su destino.

Canadá, Estados Unidos, 2019
Director: Kazik Radwanski. Guion: Kazik Radwanski. Fotografía: Nikolay Michaylov. Edición: Ajla Odobašić.
Elenco: Deragh Campbell, Matt Johnson. Compañía productora: Medium Density Fibreboard Films. Duración: 75′

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