«MID90S» (2018), JONAH HILL. ESCRIBE: GONZALO GARCÍA

Gonzalo García
Voz de Planeta No, banda chilena formada en 2011, en Concepción. Planeta No se ha presentado en festivales como Lollapalooza (CL), SXSW (Estados Unidos). Primavera Sound (España), y Marvin (México). Llevan editado un lp Odio (2015). En 2019, el sello nacional Discobabydiscos edita su ep Raro, lo que llevaría a la banda a una gira por argentina que finalizaría en el el ciclo «Indie Fuertes» en Niceto (Bs As).En la actualidad se encuentran presentando No Tan Raro (2020, Discobabydiscos).
El próximo domingo 18 de octubre la banda estrena una sesión grabada para el ciclo «Sesiones Xirgu» en el canal de YouTube del teatro Xirgu Espacio Untref.

Muchas veces decimos “la película de Robert Pattinson”, “la película de X” o “la peli de Y”, cuando ese es el nombre de quien la protagoniza. Se supone que las personas cinéfilas –entre las que no me encuentro- saben que esa asociación no es de lo más riguroso, que la autoría de una película, si bien es un esfuerzo colectivo, sería más correcto asociarla al director o directora de la misma.

La situación de Mid 90s juega a contracorriente por razones lógicas; es “la peli de Jonah Hill”, porque la dirigió Jonah Hill. No actúan nombres famosos. El famoso actor de comedias hollywoodense firma un largometraje de autor, pieza de manual del cine indie norteamericano, y de paso juega con el meta relato, dando un importante paso en su crecimiento, con una historia sobre el crecer.

Mid 90s no lleva a equívoco en su nombre; el drama preadolescente se sitúa en un punto indeterminado de los noventa, donde el skate es rebeldía, novedad y atractivo. Vestuarios, texturas, tratamiento de color y propuesta de cámara son un tributo a la época mientras suena Wu-Tang Clan de fondo (entre muchos otros componentes de una banda sonora increíble).

Y si bien el empaque del filme en forma y contexto implican una apuesta alta, que tanto puede entusiasmar, decepcionar o simplemente crear anticuerpos desde el cinismo o desde el prejuicio –digo porque los sentí-, el regalo que entrega la historia termina siendo no sólo digno, si no capaz de llevar a la audiencia a otro lugar, mucho más allá de mirar juegos arcade y trucos de skate con buena realización. Es una inmersión profunda en la masculinidad, específicamente en una (la de chicos de los noventa) que nos puede hacer mucho sentido mirar en perspectiva.

El relato de amiguitos que se integran a un grupo de skaters tiene un porcentaje de diálogo muy bajo, en cambio de violencia física bastante alto. Los chicos no hablan entre sí en la peli, se acompañan en silencio. Se pelean, fuerte. Hay 2 diálogos femeninos en el guión; la madre, y un encuentro sexual. La forma de procesar carencias, de construir identidades, planteada en el filme es una apelación a mirar nosotros los traumas no-tan-espectaculares, las tardes, los pasatiempos, pequeños miedos y pequeños logros, que mal o bien nos construyeron.

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