por Mercedes Orden
Mientras escribo estas líneas en el Senado se está por votar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y el Plan de los 1.000 días. Es este, quizá, el modo en que decidí acompañar en medio de un contexto pandémico. Comprendiendo también, que no es un día, sino parte de un proceso histórico y una lucha colectiva.
Hace casi dos meses, tras el fallecimiento de Pino Solanas, en las redes se lo recordaba -entre muchas otras formas- con el video de la sesión en el Senado (2018) donde lo vemos como un representante de CABA, con su pañuelo verde en el bolsillo del saco, diciendo: «Ahí está esa maravillosa y gloriosa juventud, en las calles de Buenos Aires. Esta oleada verde de chicas que está expresando una marcha que lleva años de las mujeres nada menos que por el reconocimiento igualitario de sus derechos. No solo el derecho a la vida de las mujeres, el derecho a poder decidir sobre su cuerpo, y por qué no, ¿por qué tenemos miedo a decir el derecho a gozar? A gozar de la vida y a gozar de su cuerpo». El senador pedía por la prioritaria ampliación de derechos «de las siempre oprimidas y descartadas mujeres». A ellas hay que sumarle las luchas de hombres trans y personas no binarias que también abortan. Solanas retomaba algo olvidado en muchos de los discursos de los senadores y senadoras: «El goce, señora presidenta (le decía a Gabriela Michetti), que es un derecho humano fundamental».
Uno de los estrenos nacionales más importantes de este año fue el documental Niña Mamá de Andrea Testa, donde se exponen en blanco y negro, las diferentes violencias ejercidas sobre niñas madres a quienes vemos frente a cámara en sus visitas a hospitales del conurbano bonaerense. Violencias dentro de lo que deberían ser sus círculos de contención, violencias del Estado y del patriarcado reproducido en sus diferentes manifestaciones. Testa observa sus rostros, atiende a sus discursos. La idea del goce que rescataba Pino resulta algo lejano en estas realidades, donde, si aparece, es interpretado por ellas como el responsable de que ahora sean madres. «Ya está ¿Qué se puede hacer? ya está», dice una de las adolescentes. «Yo no quería, pero bueno, si se dio, se dio», dice otra. La insatisfacción y la derrota atraviesa los discursos sobre la maternidad. Rol en el que se descubren muchas veces como un castigo por haber gozado. Como si el disfrute no fuera algo posible en las clases bajas. Como si no tuviesen ese derecho, pero ¿Qué derecho tienen ellas?
A estas niñas madres se les dificulta hablar con sinceridad, expresar sus sentimientos, porque a su vez, se les ha dificultado históricamente hacerse escuchar. Testa y su equipo observan el panorama con una mirada atenta y respetuosa. Es esa su forma de acompañar y demostrar, una vez más, la importancia de un cine que camine a la par de los procesos históricos, que observe, denuncie y exponga las desigualdades. Un cine que vaya más allá de lo autorreferencial, de las historias individuales y tienda a lo colectivo.
Pino -quien también fue referente de un cine que se corría de la comodidad en pos de promover el compromiso y cambio social- lo dijo, y no llegó a comprobarlo: «Será ley, habrá ley contra viento y marea». Ahora, mientras termino de escribir, en el Senado se aprobó la sanción de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Hay ley. El aborto legal es justicia social y este es solo el comienzo. Será cuestión de asegurar que se implemente en todo el país, acortar las desigualdades y que se sigan ampliando los derechos. Una victoria que nos llena de orgullo, que nos hace pensar en las, los y les que quedaron en el camino, y también que nos da la esperanza, no solo porque ahora el Estado deberá acompañar el deseo de quienes quieran llevar a cabo un aborto seguro y gratuito sino porque es el comienzo de una nueva educación de los cuerpos, tan necesaria, para que nadie vuelva a creer que tener un hijo puede ser una tortura como consecuencia del goce. Para que se deje de lado la culpa religiosa. Para que, ahora sí, la maternidad sea deseada, o no sea.
*La foto pertenece a Niña mamá (2020), Andrea Testa. Película Disponible en la plataforma Cine.ar