por Mercedes Orden
¿Cómo narrar la pérdida a través de los ojos de una niña? ¿Cómo mostrar los procesos de la vida y sus duelos sin que ellos cobren la forma de una tragedia? En su ópera prima, Sofía Quirós Úbeda propone un coming of age que deambula entre la casa, la escuela, los bares y los funerales de un pueblo costero, mientras la muerte y la adolescencia asoman. Como telón de fondo, el mar entrega el carácter salvaje a un presente que acompaña los momentos de liberación de los personajes en el tránsito de una etapa a otra.
Selva (Smachleen Gutíerrez) vive junto a su abuelo «El Tata» (Humberto Samuels) y Elena (Hortensia Smith) en medio del Caribe costarricense. Su madre ha fallecido y su padre es una figura ausente que se reporta como un mínimo sostén económico. La niña es criada por estos adultos mayores a la vez que se hace cargo de su cuidado ya que, mientras la salud del abuelo se debilita, su compañera sale en busca de diversión sin ser consciente de los peligros a los que se expone. Selva cobra consciencia de su rol mientras observa de noche si el hombre respira y levanta a la mujer cuando la encuentra tirada, en la puerta, luego de una salida. Hecho que a la niña le resulta detestable a la vez que encuentra en ella una figura con la cual puede tener sus «noches de chicas», pintarse, bailar y proyectar un futuro lejos de allí, rodeada de camellos.

En Ceniza negra, la oscuridad temática envuelve a los personajes que, al igual que las serpientes, cambian de pieles en medio de sus procesos de renovación. Pieles que la directora elige mostrar de cerca de modo ilustrativo para hablarnos de principios y finales. Frente a los interrogantes que la joven se hace respecto a la muerte, entre silencios y miradas atentas, el abuelo acerca su interpretación, como un eterno dormir. Una respuesta que tranquiliza y corre este concepto del dolor para convertirse en ese lugar de reposo al que refiere Elena, en su regreso, cuando le explica a Selva sobre el cansancio del hombre. La niña oye con atención, e incluso se echa en la tierra para comprender cómo se siente ese lugar donde habitan las sombras.
A pesar de que su realidad dista notablemente de la de sus compañeras de escuela, la protagonista busca los momentos de dispersión para compartir intereses e inquietudes junto a sus amigas, para mantener cierta inocencia, ir a los bailes, practicar besos, hablar de sus primeros amores y de todos los temas que la aferran a la vida y su porvenir. Amistades que también la alumbran y acompañan cuando la noche tropical llega para convertirse en un paisaje desconocido y temible.

Quirós Úbeda opta por poner en escena actores y actrices naturales que otorgan realismo a su ópera prima a través de los cuerpos y sus ritmos, junto a una música y los ruidos del entorno tropical que entregan nuevos significados y cooperan en la construcción de escenarios a través de los cuales Selva descubre el mundo de una adultez que comienza a asomar. Entre sombras y rituales, la película crece con ella tomando elementos del realismo mágico para hablarnos acerca de las ausencias. La pérdida (de los seres queridos, de la inocencia) se constituye como el hilo narrativo de una historia donde las apariciones irrumpen para esclarecer a la joven de una forma mística similar al cine de Apichatpong Weerasethakul.
La naturaleza se exhibe como un espacio de liberación pero también de grandes peligros, donde la vegetación encierra a sus habitantes entre el misterio y lo inabarcable. Aquí los animales acompañan de forma real e imaginaria. Las serpientes aparecen en una doble relación que impone respeto a la vez que propone la liberación de cuerpos y espíritus, como si su presencia se pudiera explicar a partir de una frase de Friedrich Hölderlin en el poema «Patmos»: «donde hay peligro, crece también lo que nos salva».
Costa Rica, Argentina, Chile, Francia, 2019 Escrita y dirigida por Sofía Quirós Ùbeda. Elenco: Smachleen Gutiérrez, Humberto Samuels, Hortensia Smith y Keha Brown Dirección de Fotografía: Francisca Saéz Agurto. Montaje: Ariel Escalante Meza. Dirección de Arte y Vestuario: Carolina Lett Diseño Sonoro: Christian Cosgrove. Música: Wissam Hojeij. Producción: Mariana Murillo Co-producción: Cecilia Salim, Matías Echeverría, Millaray Cortés y Samuel Chauvin. Distribuidora: SANTA cine Producida por Sputnik Films (CR), Murillo Cine (Arg.), La POST Producciones (Ch.) y Promenades Films (Fr.) Duración: 82 min |