por Mercedes Orden
Resulta habitual, aún, leer discursos antiaborto que enfatizan en el derecho a la vida del feto. Se aferran a esa idea olvidando, o castigando, la integridad del cuerpo gestante. Aurora pone en tema el embarazo no deseado e invita a seguir discutiendo esta problemática que en Costa Rica —país donde sitúa el relato— el aborto está prohibido y llega ahora a Argentina donde, pese a que sea legal, aún hay un campo discursivo donde resulta fundamental seguir batallando.
El tercer largometraje de Paz Fábrega (Agua fría de mar, Viaje) comienza con un taller de arte dictado por Luisa (Rebeca Woodbridge), mujer que divide su tiempo entre lo pedagógico y la arquitectura. Allí llegan niñes que no encuentran otros espacios para poder desarrollarse en materia artística. La escuela, según dicen sus xadres, no fomenta esos modos de expresión. En esas frases dichas al pasar, frente a la posibilidad de que el taller tenga que ser suspendido, la película señala la primera ausencia estatal.
Una tarde Luisa encuentra a una joven vomitando. Pronto descubre que es Yuliana (Raquel Villalobos), hermana de uno de sus alumnes, quien había tomado pastillas con la decisión de abortar. La desesperación que observa lleva a la mujer a intentar contenerla para evitar que ponga su vida en riesgo. Lo primero es la visita a una médica amiga, que le confirma un embarazo bastante avanzado. La relación entre Luisa y Yuliana pronto queda establecida. La profesora se convierte en una especie de confidente que ocupa asimismo cierto rol maternal, ante la dificultad que la adolescente tiene para acercarse a su madre —sea porque esta última trabaja todo el día para mantener el hogar, o porque no están creados los lazos necesarios para una charla donde pueda contar lo que le ocurre—.

La fragilidad de la joven se exhibe en sus silencios, en su negación, en la incapacidad de simbolizar acerca de lo que está ocurriendo. Mientras el embarazo avanza y Yuliana se esconde en la casa de Luisa, con el fin de que nadie lo note, se hace necesario pensar lo urgente. El presente deja de girar en torno a la preocupación por los exámenes para el ingreso a la universidad y —descartada la idea del aborto— pasa a ser pensar en el futuro próximo. Las alternativas son escasas: dar en adopción, aceptar la maternidad o huir sin saber cómo ni a dónde.
Planteado el conflicto, las dos mujeres buscan el modo de afrontar la situación de la forma menos perjudicial, tratando de acompañarse en procesos distintos, respetando lo que no se desea contar. La casa de Luisa se convierte en un refugio y la profesora, en la contención hasta ese momento carente, exhibiendo allí una segunda crisis institucional alrededor del concepto de familia. Mientras que una tercera se detecta en la falta de redes estatales para brindar soluciones a las diversas situaciones de vulnerabilidad a las que se enfrentan los cuerpos gestantes.
Paz Fábrega acerca una nueva narrativa de la maternidad a partir del silencio. Es allí que las distintas construcciones que emergen en el relato invitan a pensar el modo en que Yuliana y Luisa, a pesar de estar en procesos distintos, encuentran un punto en común. Empatizando una con la historia de la otra, nuevos lazos se generan para crear una forma de cuidado entre estas dos protagonistas ubicadas en pleno salto al vacío.
Costa Rica, México, 2021 Dirección: Paz Fábrega. Fotografía: María Secco. Edición: Soledad Salfate. Producción: Patricia Velásquez, Paz Fábrega, Marianella Illas, Iván Molina, Isabella Gálvez. Elenco: Rebeca Woodbridge, Raquel Villalobos. Duración: 92 min. |