por Mercedes Orden
«No voy a decir nada. Ni aunque vengan también a casa y me hagan daño. Ni aunque me retuerzan el brazo o me quemen con la plancha. Ni aunque me claven clavitos en las rodillas. Yo, yo he comprendido hasta qué punto callar es importante».
Laura Alcoba, Manèges, petite histoire Argentine
La memoria es una facultad tan frágil que resulta necesario cuidarla y estimularla. Lo mismo con la memoria colectiva, sobre todo frente a discursos que a lo largo del tiempo han insistido con instalar la idea de olvidar el pasado y «dar vuelta la página». En la novela Manèges, petite histoire Argentine, Laura Alcoba recuerda su infancia marcada por la violencia de la dictadura cívico militar en Argentina y su antesala, el grupo parapolicial AAA (Alianza Anticomunista Argentina), a partir de un doble movimiento: hablar en tanto acción catártica, y sumar un nuevo relato acerca de dicho período. En La casa de los conejos la directora Valeria Selinger retoma esta narración y la adapta en una película que mira el mundo desde la figura de una niña de siete años.
Todo comienza en La plata, 1975. Entre armas escondidas y pelucas, Laura (Mora Iramaín García) está en pleno proceso de crecimiento y aprendizaje. El cambio de nombres, las visitas a la cárcel junto a sus abueles, los viajes en auto sin mirar el recorrido son parte de su cotidianidad. Con su padre preso (Nahuel Viale) y su madre (Guadalupe Docampo) con pedido de captura, la pequeña rota por distintos hogares y círculos cercanos. La organización política a la que pertenecen decide que madre e hija vayan a vivir a la casa de Diana y Daniel, quienes pronto traerán una niña al mundo y donde está comenzando a construirse una imprenta clandestina de la revista Evita Montonera.
Laura crece en un entorno de adultos, sin gente de su edad alrededor ni posibilidad de asistir a la escuela ya que todo resulta una posible amenaza, un peligro que hay que evitar. Con más porqués por resolver que en otras infancias, la protagonista naturaliza una vida en constante cambio, donde nada resulta del todo seguro, pero está junto a su madre, y ahora se le suma la presencia y calidez de Diana (Paula Brasca). Junto a ellas aprende, a la vez que colabora con las actividades de la casa y de la organización. A pesar del encierro al que obliga la clandestinidad, la niña busca los momentos para poder evadirse del presente, creando sus propios juegos, yendo a hacer los mandados e incluso visitando a una vecina tan misteriosa como moderna.

Los días pasan junto a esa pareja de desconocides que se convierte en parte de su familia. Junto al grupo, están los rostros de quienes llegan al domicilio para las reuniones y la construcción del «embute» donde se esconderá la imprenta. A causa de «pinzas», gente que «canta» y torturas, los planes se arman y desarman, cambian sus formas al igual que la casa. Incluso un día, este espacio se llena de jaulas de conejos con la excusa de convertirse en un criadero que sirva para ocultar la máquina offset, pero también motivará el aspecto lúdico en Laura.
La película dirigida por Selinger se propone contar, a partir de una mirada inocente —que puede generar la sensación de superficial— un período traumático en la historia del país. Lo hace tomando un espacio conocido por haber sido donde se llevó a cabo un ataque organizado por las fuerzas conjuntas el 24 de noviembre de 1976, y donde vivió Clara Anahí, hasta los tres meses, hija de Diana Teruggi y Daniel Enrique Mariani, apropiada por los militares en el momento del ataque y nieta de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, quien la siguió buscando hasta su fallecimiento en 2018.
Si bien por momentos la mirada naif resulta exagerada convirtiendo el relato en inverosímil, cobra valor en la diversidad de temáticas que propone. Con música a cargo de Daniel Teruggi —hermano de Diana— y un reconocido elenco, la película de Selinger habla acerca de aquellxs que dieron la vida por sus ideas, la importancia de la memoria, las diferentes formas de resistencia, como así también los deseos y peligros de maternar en ese contexto. A su vez, y sin dudas fundamental, La casa de los conejos es una oportunidad para seguir visibilizando la búsqueda de Clara Anahí (nacida el 12 de agosto de 1976), como así también del resto de nietos y nietas apropiadxs, por quienes las Abuelas continúan su lucha, con el deseo de restituir su derecho a identidad.
Argentina, España, Francia, 2020 Dirección y guion: Valeria Selinger. Casas productoras: Mirafilm (Argentina), 5eme Pl(Francia), Film Buró (España). Fotografía: Leandro Martinez / Helmut Fischer. Edición: Victoria Follonier & Valeria Selinger. Sonido: Stavrópulos / Géraud Bec. Dirección de arte: Sandra Iurcovich. Música: Daniel Teruggi. Elenco: Darío Grandinetti, Guadalupe Docampo, Paula Brasca, Mora Iramaín García, Miguel Angel Solá, Federico Liss, Patricio Aramburu, Nahuel Viale, Silvina Bosco, Agatha Fresco, Santiago Lozano, Verónica Schneck, Luis Longhi, Adrian Silver. Duración: 94 min. |